En la serranía de un pueblo vivía una mujer que trabajaba
lavando ropa en el río, ella por tratar de ganar un poco más se quedaba lavando
hasta muy de noche, sus amigos y vecinos
le decían que no debía hacer eso, que descansara más porque sino se iba a
envejecer muy rápido.
Un día como cualquiera, ella se quedó lavando ropa hasta
tarde, en eso pudo ver que había una procesión, eran personas vestidas con
túnicas negras y cada persona llevaba una vela en la mano izquierda, al ver
esto ella se acercó un poco más y una de las personas le dio una vela, la
señora siguió la procesión hasta que se dio cuenta que en realidad la vela que
le dieron no era una vela, sino el hueso de una persona, al darse cuenta de
esto, tiró el hueso y salió corriendo hacia el pueblo.
Al día siguiente fue a la iglesia y buscó al cura, le contó
lo que le había pasado y el cura le dijo que esas personas que vio no eran
realmente personas, sino eran muertos que estaban enojados con ella ya que se
dice que el día es para los vivos y la noche para los muertos y esta señora por
mucho tiempo había estado invadiendo el tiempo de los muertos y que ellos
regresarían por ella. La señora aterrada le preguntó que podía hacer para
evitar eso, el cura le dijo que debía conseguir un niño pequeño y que durmiera
muy cerca de él, y así lo hizo la señora, le dijo a una de sus vecinas que le
prestara a su hijo. Esa misma noche, la señora estaba viendo por la ventana en
eso vio una de esas personas que vio el día anterior en la procesión y corrió
hacia el niño y lo pellizcó, el niño empezó a llorar y la señora de nuevo al
asomarse por la ventana vio que la persona con túnica se estaba alejando y este
le dijo: “Esta vez te salvaste, Meses después la mujer enfermó, perdió mucho
peso, hasta que murió.

Fuente :https://tierraencantada.wordpress.com/
Para que la vean y se unan a ella
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